Descripción
Comenzaría a tener más importancia al pasar a manos del rey Alfonso VIII en 1201, dotándole de valor estratégico, ya que relevará al castillo de Petralata de las funciones de control del territorio, construido por los navarros en 1040 para defender los pasos más importantes entre La Bureba y Castilla la Vieja.
La defensa de la Muela se completará en 1201 con la construcción de la muralla, y más adelante, en el siglo XV Pedro Fernández de Velasco emprende obras de fortificación para garantizar el dominio de Frías.
La fortaleza se sitúa sobre el extremo y en lo alto del peñón. Su dominio sobre la única entrada a la ciudad en la que confluyen las vías procedentes del Ebro y Vadillo, son aplastantes. La puerta de ingreso de arco ojival y defendidas por almenas y troneras, es pequeña para su mejor defensa y está precedida por un puente levadizo de madera. Ya en el interior nos encontramos con un patio de armas, antes parcialmente cubierto, ligeramente cuadrado desde el que se distribuye las ya desaparecidas dependencias del castillo.
Todo un adarve recorre las almenas hasta ir a parar al último reducto de defensa del castillo, la torre del homenaje es independiente al resto del edificio. Posee defensas propias, hay un aljibe adosado. En el interior una estrecha dependencia conserva una doble bóveda con ventana enrejada con arco rebajado. Encima hay una terraza almenada. La adición de torrecillas sobre modillones en los ángulos del Este le da un aire típicamente español.
También en el doble y amplio muro almenado con numerosas saeteras, y rodeado por un foso excavado en roca viva; y en la entrada, quebrada para facilitar la defensa hasta la torre central. En su recinto interior encontramos un amplio patio de armas, antes parcialmente cubierto, en el que se situaban al norte la crujía de servicios, graneros y bodega; en el centro un algive que todavía hoy se conserva; y al sur se alojaba la zona de vivienda que recibía la luz por tres ventanas con asientos labrados en su alféizar.
El castillo aparece coronado por la majestuosa y siempre alerta torre del homenaje, símbolo de Frías en toda España. En su interior se halla una estancia abovedada e iluminada por una ventana enrejada con arco propio de la última etapa del gótico, y sobre la sala, la terraza almenada desde donde se contempla una indescriptible panorámica.
Torre del Homenaje: Es el último reducto de las defensas de la ciudad. La parte inferior de la Torre puede ser la más antigua de la totalidad del castillo, mientras que la superior se remonta a la segunda mitad del siglo XV En la torre sur del flanco de acceso, se encuentra un reloj que ha estado presente en la vida de Frías durante varios siglos, marcando el ritmo de la existencia de sus habitantes. Sin poder precisar exactamente la fecha de su construcción, sí se puede asegurar que es bastante antiguo, pudiéndose remontar al siglo XVI o XVII. El carácter defensivo de esta construcción, comenzada en el siglo XII y modificada en los sucesivos, se aprecia en todo su conjunto.
Se accede a su interior por medio de un puente levadizo sobre un foso excavado en la roca. La defensa se basa en una estratégica ubicación de una roca parte la torre del homenaje. Todo el perímetro del castillo tiene altos muros, con numerosas saeteras, rematado por un cuerpo almenado.
Frente de Acceso. Es el único sector susceptible de recibir un ataque directo, por no hallarse al borde de un pronunciado desnivel. En la segunda mitad del siglo XV se adapta al uso de la artillería, con la apertura de cañoneras y troneras. La defensa se organiza en diferentes niveles. El primer obstáculo al invasor lo constituye el foso, que impide el paso al recinto fortificado una vez levantado el puente levadizo. La antepuerta protege el segundo acceso, desenfilado y cobijado bajo la torre-puerta. Ciudad y castillo se encontraban rodeados de la muralla “de la Muela”, construida en el siglo XIII con tres puertas de acceso: la de Medina, la del Postigo y la de la Cadena o de la Villa. Acceso al Recinto Interior: Esta forma de acceso en recodo se extiende en los reinos cristianos durante la Reconquista, tomando modelos observados en fortalezas musulmanas. Hay que atravesar el puente levadizo, a continuación por debajo de la torre-puerta, que presenta una buhedera en la vertical para arrojar proyectiles. La puerta se refuerza con un alamud, junto con el rastrillo. En torno al amplio patio de armas quedan restos de sus antiguas dependencias como graneros, bodegas o estancias de servicios.
Zona Residencial: Las dependencias residenciales se sitúan en el lado sur, protegidas de los vientos del norte. Se conservan los ajimeces decorados con capiteles románicos, de finales del siglo XII y primeros del XIII. Por los restos que quedan en la actualidad se puede decir que existían dos dependencias abovedadas. En los capiteles aparecen caballeros y otras figuras mitológicas.